ENTREVISTA A MARCOS SALINERO, AUTOR DE «LA RELIGIÓN DE LAS HORMIGAS»
El mes pasado celebramos en Yimby, bajo el paraguas del club cultural Por Amor al Arte, el Día del Libro de una manera muy especial.
Presentamos el libro “La religión de las hormigas”, primera novela del escritor Marcos Salinero en nuestro espacio de Yimby Ercilla. Y, además, organizamos una firma de libros muy especial con el propio autor de la novela. Marcos estuvo en nuestro escaparate de la calle Ercilla firmando ejemplares e interactuando con los viandantes que durante la mañana se acercaron para conocerle, comprar y firmas su libro y charlar con él.
Todo ello, con el objetivo de fomentar el interés por la lectura de forma original e intentar poner en valor la creación literaria de jóvenes del entorno, como es Marcos Salinero.
Hoy, entrevistamos a este joven escritor para conocer más sobre cómo ha sido su experiencia en el proceso de creación de su novela. También nos habla de qué ha significado Yimby en la promoción de la misma y cómo ha vivido este último Día del Libro, entre otras cosas.
¿Cómo imaginaste que sería la experiencia de escribir tu primera novela y cómo ha sido en realidad? ¿Dista mucho lo que imaginaste de lo que te ha supuesto realmente?
Pues si soy sincero, no puedo tener una respuesta clara sobre cuánto ha distado de lo que imaginaba porque, en realidad, nunca me paré a imaginarlo. Yo empecé a escribir porque me gustaba hacerlo, porque tenía una historia en mi cabeza y porque quería contarla. Pero nunca me paré a pensar en cómo sería el proceso o qué pasos me requeriría. Simplemente empecé a escribir e iba descubriendo lo que era componer una novela según avanzaba en la escritura.
¿Qué papel ha jugado el club Por Amor al Arte de YIMBY en lo que se refiere a la promoción de tu novela?
Para mí ha sido una suerte inmensa. Cuando empecé a escribir el libro no tenía una conciencia clara de cuál iba a ser el resultado final. Y cuando lo publiqué no tenía la expectativa de llegar ni a una ínfima parte del público al que finalmente estoy llegando.
Y en eso tiene muchísimo que ver el evento que preparó el club Por Amor al Arte de Yimby para el Día del Libro. No solo por la repercusión o la difusión entre sus socios, que ya es de por sí muy notable, sino también por el impacto en medios de comunicación.
Eso permitió que hubiera mucha gente que, aún no estando presencialmente, pudiera llegar a conocer “La Religión de las Hormigas” por medio de la prensa, de televisión, de radio, etc. Para mí todo ello ha sido un impulso enorme.
El pasado 23 de abril protagonizaste el evento del Día del Libro en YIMBY que incluyó tu propia firma de libros a pie de calle. ¿Qué te ha aportado esta experiencia?
Como decía en la pregunta anterior, me ha permitido llegar a un público al que habría tenido muy complicado llegar por mis propios medios.
Pero, al margen de eso, en cuanto a la experiencia en sí, me ha dado la posibilidad de acercar el libro al lector, sea espectador presencial o sea a través de los medios de comunicación a los que me refería. Me ha permitido “salir de las páginas” para interactuar con el lector, es decir: darle una perspectiva previa a la lectura, contarle cuál es mi idea de lo que he escrito, qué mensaje he querido transmitir, qué inputs he tenido a la hora de componer la historia…
Un montón de aspectos que creo que enriquecen la lectura y que, sin esta posibilidad, no habría sido capaz de hacer llegar al público.
¿Cómo crees que se debería apoyar la creación literaria de autores noveles? ¿Crees que un joven de tu edad o similar tiene al alcance de la mano los medios necesarios para poder publicar y darse a conocer?
Creo que la mejor forma de apoyar a los jóvenes creadores, y a los creadores en general, es poner en valor el consumo de la cultura. Quiero decir: hay muchísima gente a la que le gusta escribir y muchísima gente con dotes para ello, pero para que todo ese talento acabe por plasmarse en páginas o en títulos, hace falta que la sociedad se muestre receptiva hacia la creación literaria.
Y tenemos un problema con la transmisión del valor de la lectura a las generaciones más jóvenes (entre las que me incluyo). Creo que en la medida en que fuéramos capaces de inocular en capas más amplias de la población la conciencia del valor de la lectura, de su valor individual y colectivo, daríamos muchísima más cabida a nuevos autores.
En este sentido es cierto que en el mundo editorial hay grandes cuellos de botella. Los hay porque el mercado no absorbe toda la creación producida. Todas las editoriales tienen que seleccionar muchísimo. ¿Cuál es la forma de acabar con esos cuellos de botella? Hacer que el mercado absorba muchísimo más. Y para eso hay que conseguir que los jóvenes, los que vamos a ser potenciales consumidores las próximas décadas, leamos más.
También, para eso, es necesario que tengamos más tiempo para leer. Y eso requiere de una reforma integral de nuestro modelo social y nuestra arquitectura mental. Quizás debamos dejar de pensar en la cultura como esparcimiento y empezar a ponerla más en el centro de la vida pública. Incluso, a veces, en oposición al trabajo o a la actividad económica al uso.
El objetivo es ser conscientes de que la cultura es una forma de riqueza inembargable y que no deberíamos tener que buscar huecos donde encajarla en nuestra agenda.
En tu opinión, ¿qué apoyos faltan y cómo los pondrías en marcha?
Partiendo de la reflexión anterior, creo que hay dos grandes creadores de opinión: la educación y los medios de comunicación. Y, por desgracia, en ambos casos, el tratamiento de la cultura deja bastante que desear. No tanto por omisión sino más bien por la perspectiva desde la que se aborda.
Por ejemplo, creo que, probablemente, imponer la lectura de ciertos títulos a los jóvenes en los colegios no sea la mejor forma de inculcarles el valor de la lectura. Me parecería mucho mejor darles la opción de encontrar las disciplinas culturales que más se ajusten a sus preferencias. Y, a partir de ahí, que el contenido evaluable sean sus reflexiones sobre los contenidos culturales que ellos mismos hayan elegido consumir.
Habrá niños a los que les gusta más la pintura, otros a los que les guste más el cine, otros a los que les guste la literatura. Sería razonable que cada niño pudiera elegir sobre qué va a reflexionar y que hubiera niños o niñas que presenten resúmenes o reflexiones sobre Harry Potter, otras que presenten reflexiones sobre una película, otros que presenten una reflexión sobre lo que se ha hecho sentir en la catedral de Burgos…
En cuanto a los medios de comunicación, deberíamos recuperar el contenido cultural de primer orden. El arte no debe ser solo un apéndice en los informativos o en las tertulias. Debe haber verdaderas tertulias culturales. El problema es que, sin la labor pedagógica previa, esos programas no triunfan, no logran audiencia y, consecuentemente, no interesan a los medios. Pero, a su vez, sin esos programas es mucho más difícil llevar a cabo la labor pedagógica porque, en general, el contenido que más y mejor llega a la población es el de los medios de comunicación.
Todo un ciclo vicioso que hay que tratar de revertir cuanto antes. Y, si soy sincero, no tengo en absoluto claro cómo hacerlo. Me pongo a pensar soluciones y acabo por sentirme un poco Quijote luchando contra los molinos.
Supongo que mucha gente te habrá preguntado lo siguiente. ¿Cuánto de autobiográfica tiene “La religión de las hormigas”?
Creo que absolutamente todo en la vida es autobiográfico. Es imposible cocinar unas lentejas sin hacerlo biográficamente (jajaja).
Todo lo pasamos a través de nuestras experiencias y no conocemos un mundo que no haya sido visto a través de nuestros ojos. Cuando escribes no estás haciendo otra cosa que contar una historia a partir de tu visión del mundo. Luego, por supuesto, hay algunos pasajes que tienen más enlace con mi vida real y otros están más alejados.
Pero creo que todo está, siempre, atravesado de mi visión del mundo, con lo que todo es en cierta medida autobiográfico
Por último… ¿estás preparando ya tu siguiente libro? ¿tienes al menos la idea en la cabeza?
Lo cierto es que en estas últimas semanas, entre la incorporación al trabajo, mis últimas semanas de carrera y todo el tema de la promoción del libro, apenas estoy teniendo tiempo para pensar en nuevas historias.
De todos modos, creo que la tendencia a la creación es algo que va dentro de mí y por más ocupado que estuviera no podría nunca librarme de ella. No tengo propiamente un proyecto de historia definido, ni siquiera un esbozo. Pero, de vez en cuando, tengo una idea que me parece interesante y la apunto corriendo por si, en su momento, cuando tenga algo más de tiempo, quiero desarrollarla. Podría decirse que tengo como cuatro o cinco “embriones” de trama, alguno de ellos incluso con un título asociado. Y ya veremos si alguno de ellos acaba llegando a formarse.
Lo que tengo claro es que, sea resultado de alguna de estas ideas, o sea fruto de algo que aún ni siquiera he concebido, va a haber una segunda novela firmada por Marcos Salinero. No tanto por ninguna ambición de publicar y mucho menos de vender, sino, simplemente, porque para mí escribir es una actividad sanadora.
Y quiero volver a experimentar el crecimiento que ha experimentado a lo largo del proceso de escritura de La Religión de las Hormigas.
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